Cuánto se ha avanzado desde el accidente, en seguridad minera, y en el respeto a los derechos laborales y previsionales de los mineros. ¡¡Poco, muy poco!! .
Por Giuliano López. 05 de Agosto, 2011
El accidente de la mina San José fue un accidente que evolucionó desde la angustiosa y global incertidumbre de los primeros días, hasta el momento glorioso y sorprendente en que se supo que todos los mineros estaban con vida en el refugio. De allí en adelante, los recursos públicos, la inteligencia, la técnica y la esperanza continuaron la tarea, hasta rescatar de la montaña cabalmente a los trabajadores atrapados.
“La mina se asentó completamente y lo más probable es que todos hayan muerto”, fue la opinión recurrente que, más allá de la esperanza, predominó en los primeros días.
Anton Hastre, un ex director de Sernageomin Atacama – un servicio altamente asociado al accidente- señalaba 48 horas después del siniestro en una radio local que podía haber sobrevivientes y que en tal caso, un factor clave de éxito era el nivel de dispersión en que hubieran quedado esos sobrevivientes. El ex director conocía la arquitectura y la geomecánica de la mina y sostenía que en todo caso habría agua y aire y que su conocimiento de los mineros le permitía decir que una organización y un liderazgo para una sobrevivencia larga en condiciones extremas eran posible. El ex director daba una opinión fundada en su experiencia: a la esperanza se unía una apreciación basada en fundamentos objetivos.
El accidente de la mina San José nos corrió los límites de lo sorprendente, pero desnudó los niveles de inseguridad minera en una región y un país minero por excelencia como el nuestro. Este accidente obligó al gobierno a movilizar los recursos del Estado en defensa de la vida, y trituró la falacia de que la seguridad laboral es “un simple problema entre privados”.
Cuánto se ha avanzado desde el accidente en seguridad minera y en el respeto a los derechos laborales y previsionales de los mineros. ¡¡Poco, muy poco!! Han habido promesas, mucho uso mediático del desenlace feliz del accidente, pero el avance real ha estado lejos de lo que se requiere.
Hablan con elocuencia de esta pobreza el hecho de que aún el gobierno nacional no haya sido capaz de impulsar y sacar adelante la ratificación del Convenio 176 de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, sobre seguridad y salud en las minas y que, sólo en las últimas horas los trabajadores de San José hayan recibido el saldo adeudado de sus finiquitos.
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