Friday, April 05, 2019

La Recuperación de la Memoria Histórica y la Antimemoria en Chile




                                                                                         Si un pueblo no abre sus heridas, y las limpia,
                                                                                 está condenado a repetir la misma historia otra vez.
                                                                                                                                         Baltasar Garzón


La recuperación de la memoria histórica del pueblo es una tarea que ha surgido siempre de la necesidad de hacer conciencia de lo sucedido a los nuestros y a la sociedad en su conjunto, siendo esta una tarea difícil porque sólo la hacen algunos pocos, con escasos recursos y enfrentándose a un enemigo poderoso y siniestro, el olvido, fundado en el miedo y la intimidación que produce el terrorismo de Estado, ese terrorismo que nos mata y nos reprime cada vez que nos levantamos en contra de quienes nos explotan haciendo el uso mercantil de nuestras vidas que siempre ha dado buen vivir a nuestros explotadores y los poderes que los representan.

Las historias de las economías y sus desarrollos sociales siempre han sido escritas por quienes sustentan el poder, a veces con las grandiosidades de construcciones que nos maravillan sin saber la historia de los que allí murieron en el esfuerzo obrero ni los que fueron asesinados por haberse rebelado ante la injusticia del poder sobre las clases trabajadoras y otras veces con símbolos patrios que no nos dicen nada más que la imagen publicitaria de un país, reflejada en una bandera, un escudo o libros de historia donde no está nuestra historia, la de los de abajo, esa que si no se pudo escribir se guardó en el relato de generación en generación o en algún documento que alguien dejó escrito por allí, desde la piedra a una nube de Internet. Así lo hemos hecho siempre y solo así podemos entender a Salvador Allende cuando dijo: “La historia la escriben los pueblos”.

En la historia escrita por los de arriba nunca están nuestros muertos y el costo de sangre que hemos tenido que sufrir y pagar en caso de revelarnos, como por ejemplo lo hicimos al haber llegado al poder con un gobierno socialista, a través de los votos y no como otros países de América Latina de esa época que se alzaban en luchas armadas de liberación en contra del imperialismo y los patrones oligarcas de cada país. Por eso es que después del Golpe de Estado que vino a derrocarnos, a masacrarnos y a desaparecernos, nos vimos obligados como pueblo a comenzar a hacer memoria temprana de lo que estaba sucediendo en ese mismo  momento, en plena dictadura, cuando salieron a las calles los primeros familiares de detenidos desaparecidos con su “Dónde Están” y los familiares de ejecutados políticos exigiendo “Verdad y Justicia”.

Desde el mismo Golpe de Estado en adelante, cuando fuimos a los Tribunales a buscar justicia por nuestros familiares detenidos y luego fuimos a exigir la verdad y el castigo para los criminales, estuvimos dejando un archivo histórico de la memoria colectiva del pueblo, fue el comienzo de la  confección de un gran archivo procesal de miles de querellas con testimonios y evidencias que hicieron inevitable la convicción de jueces y Cortes que a pesar de estar con  los criminales acogieron las demandas, demandas con las que hasta hoy día se lucha e incluso en estos momentos recién muchas de ellas se están presentando. Es así como en este largo camino en busca de la justicia, de la verdad y de nuestros detenidos desaparecidos se ha desarrollado una lucha constante a través de  procesos judiciales, en las plazas con carteles, pancartas, lienzos, marchas, pegatinas, boletines y consignas que se han escuchado en todo el país y el mundo, así se ha hecho la recuperación de la memoria de los hechos ocurridos, para que nunca más vuelva a repetirse esta historia de masacres y torturas.

A partir de la acción directa de los familiares, compañeros  y cercanos de las víctimas, la tarea de la memoria, como hemos llegado a denominarla, se ha extendido a diversos sectores grupales, dentro y fuera del país, destacándose los exiliados que hicieron una gran labor durante la dictadura, todo esto dentro de una permanente denuncia que se contrapuso a la mentira criminal que públicamente decía que los fusilados eran enemigos de la patria sin derecho a nada y que los desaparecidos no existían, creando esa justificación absurda que en medio del miedo y del terror fue sin duda un asidero sobre el cual se cimentó la indiferencia y el olvido de un pueblo en shock. Han transcurrido cuarenta y cinco años y todavía andamos con pancartas de nuestros muertos en las calles exigiendo justicia y preguntando donde están, frente a personas que pasan de largo, otras que miran, algunos que aplauden o se integran  y los que tocan la bocina desde sus vehículos como una forma de apoyo. Todos ellos, sin lugar a dudas, registraron en algún lugar de sus mentes lo que vieron, leyeron o escucharon y administraron el conocimiento de los hechos de acuerdo a sus capacidades de respuesta, así entonces, a lo largo de todos estos años la memoria colectiva fue pasando desde el inconsciente del miedo al consciente presente, aceptando la realidad, con rostros, nombres y vidas de personas, que fueron arrebatadas por luchar por los derechos colectivos donde cada uno se incluye, siendo este el gran logro de la recuperación de la memoria, un logro que ha llegado a significar un salto político en el reconocimiento de sectores gremiales, sindicales y estudiantiles que asumen como propios sus colegas y compañeros asesinados por la dictadura, lo que en la práctica ha significado regresar desde el inconsciente al consciente colectivo el crimen cometido en contra de los nuestros.

Esta larga batalla ha logrado llevar a algunos asesinos a la cárcel a cumplir pequeñas condenas en sus últimos años de vida, en medio de un sistema social, político y judicial que se mantuvieron intactos por los pactos de silencio e impunidad que se hicieron para no derrocar la dictadura y solo hacer un cambio de administración del sistema o modelo económico impuesto, el que con los años ha arruinado al país y la vida del ciudadano común que se debate entre las deudas, el alto costo de la salud, la educación, la vivienda, el narcotráfico que destruye a familias completas al atrapar a los jóvenes y la corrupción generalizada entre el mundo empresarial, el político, la iglesia y las fuerzas armadas del país. Es así, que dentro de este escenario donde la rebeldía de la recuperación de la memoria persiste día a día y ya no tan solo en los familiares, sino que es recuperada por todo aquel que está con la verdad y la justicia para construir un mundo mejor al liberarse de la opresión en que se vive,  vemos que nuevas generaciones se integran en esta lucha que se ha extendido más allá de nuestras fronteras, por otras vidas y por otros pueblos, son nuevas generaciones que quizás pasaron enfrente de las pancartas cuando eran recién nacidos y hoy, con ellos y con muchos más, se ha pasado de la recuperación de la memoria a la rebelión de la memoria, que saca del subconsciente colectivo y del miedo, la verdad sobre los crímenes cometidos y la criminalidad del sistema impuesto a sangre y fuego.

Ante esta recuperación de la memoria colectiva que se ha levantado cuan movimiento social, movimiento vanguardista de arte, moda o movimiento político, ha resurgido también la antimemoria, con la cual nos educaron y nos convencieron de que el bien es el mal, una memoria escrita por los poderosos con un triunfalismo patriótico que nos hace sentir livianas nuestras penas y pobrezas, con prohibiciones de libertad y libre pensamiento, siendo esa misma antimemoria la que hoy se lanza en forma violenta y decidida en contra de la nueva consciencia histórica que aparece en nuestra sociedad, una recuperación de la memoria que resulta peligrosa para ellos porque los delata y facilita  la comprensión del presente, comprensión originada en el conocimiento del pasado.
Este movimiento fascista ha irrumpido en el mundo político desarrollando una campaña que abruptamente aparece con una actitud y lenguaje de shock, pretendiendo imponer una antimemoria con una nueva escalada terrorista que enaltece la figura de los criminales de lesa humanidad al referirse a ellos como salvadores del país, héroes y víctimas de mentiras, venganzas e intereses políticos, superponiendo el mal sobre el bien, el crimen sobre la justicia, las torturas y todas las violaciones a los derechos humanos que se cometieron como algo necesario para la defensa de los valores patrios, libertarios y nacionalistas, los cuales motivaron el Golpe de Estado y el gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden. Reclamando incluso a los sectores políticos de derecha que no los siguen en sus bravatas, el que se hayan olvidado de la verdadera historia de Chile y que se avergüencen y renieguen de su pasado.

Esta antimemoria histórica exige que los criminales de lesa humanidad que están cumpliendo condenas en Punta Peuco y Colina 1, sean trasladados a sus casas, en respeto a sus  derechos humanos y a sus avanzadas edades y enfermedades, exigen libertad e indultos y presionan diariamente con un Lobby Parlamentario que finalmente ha logrado beneficios y apoyos en el Gobierno, en el Parlamento, en los Tribunales y en el Tribunal Constitucional, pero, cada día se opone a ellos nuestra recuperación de la memoria, con la que seguiremos adelante en los Tribunales, en la calle, en los libros, en las redes sociales, en el cine, en el teatro, en el movimiento feminista, en las escuelas, las universidades, sindicatos y gremios que levantan los nombres y los rostros de nuestros muertos, con toda la altura moral que tienen, con todo el honor de haber vivido por una causa de justicia e igualdad para su pueblo y con toda la grandeza que tienen los mártires y héroes de un pueblo que lucha por sus derechos. La grandeza de nuestros muertos se opone a la cobardía de sus asesinos, la fuerza de la verdad y la justicia se opone a la criminalidad de la mentira. No retrocederemos tras el gran paso histórico que hemos dado al escribir nosotros nuestra historia desde la memoria reprimida que se ha liberado para nunca más estar recluida en el inconsciente, amenazada por esa antimemoria que nos llenó de miedos y que hoy pretende derrotarnos, nada nos detendrá, porque ya aprendimos que nuestra historia la debemos escribir nosotros y nosotras, porque la historia la escriben los pueblos y porque si no recuperamos la memoria de lo sucedido, no abrimos nuestras heridas y las limpiamos, estamos condenados a repetir la misma  historia de opresión, injusticia, crimen e impunidad. 


Angélica Palleras N.
Hermana de Adolfo Palleras Norambuena.
Ejecutado Político en tortura. Octubre 1973
Caravana de la Muerte. Copiapó.



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