Wednesday, November 30, 2005

Soy una de las hermanas de Adolfo









Soy una de las hermanas de Adolfo y somos hijos de Jaime Segundo Palleras Calderón. Pionero de la Radiotelefonía en Chile, primer encargado de sonido de la Radio Nuevo Mundo y posteriormente, fue controlador de la Radio Minería en Santiago, luego se dedicó al comercio, él, hijo a su vez de Jaime, emigrante español natural de Mallorca.

Nuestra madre, María Inés Norambuena Vásquez, hija de Luis de la ciudad de Valdivia, el que castigaron por haberse casado con la hija de un peón, nuestra abuela.

Gabriela es nuestra hermana mayor, aparece en la foto cuando pequeños, se crió junto a Adolfo y en realidad eran como una unidad de dos a pesar de ser un año mayor que él y justo un año y un día de diferencia.
Mónica es la hermana siguiente a mí y es la que adoraba desde siempre a Adolfo, desde pequeña le guardaba la mitad de los postres y decía, “esto es pa cholfito”.
Ana Luz es la hermana que siempre lo admiró y en su mirada silenciosa, siempre aprobaba lo que él decía y hacía.
Rosa Emilia fue la sobreprotegida por él porque era de las menores y siempre fue más frágil. Y Lorena, la más pequeña, la más divertida y a la que Adolfo celebraba por su gracia.

Adolfo nació en Santiago, en la Comuna de Providencia, el 18 de noviembre de 1946. Se educó en el Colegio Don Bosco, y a los diecinueve años se radicó en Copiapó, junto a toda la familia, por razones comerciales de nuestro padre. El núcleo familiar constaba de papá, mamá, dos abuelas y siete hermanos. Y Leito (foto 1-verano de 1972), hijo de Adolfo, nuestro sobrino de siete años, que estaba a cargo de él, por acuerdo con Sonia, la madre del niño.

La familia se estableció en Copiapó, ciudad en la cual fuimos muy queridos, nuestro padre estableció sus negocios de comida en el Mercado Municipal de Copiapó y un local, también de comida, en la orilla del mar en Caldera.
Nuestro padre llegó a relacionarse muy bien con la comunidad de Copiapó, autoridades, empresarios y comerciantes. Participaba en el Club Social Atacama, en el Club Radical y era Miembro de la Cámara de Comercio local, mausoleo en el cual fue sepultado el día de su muerte.
La última vez que vi a Adolfo el venía saliendo de comprar en una perfumería del centro de Copiapó, lo divisé desde lejos y cuando él miró hacia el lado de la calle en que yo estaba, le hice señas con el brazo. Esperó a que llegara a su lado, me saludó con un beso en la frente, en la mejilla y me abrazó, me preguntó por mi hijo y por mi esposo. Desde hacía días que no nos veíamos, yo en mi casa y él a cargo de los negocios de mi mamá que había quedado viuda en abril de ese mismo año, al morir nuestro padre de un ataque cardiaco, quizás de pena por la trágica muerte del hijito de Adolfo, ahogado en el mar en marzo también de ese año.
Adolfo se despidió de mi con un fuerte abrazo, me pidió que me cuidara porque el clima era muy pesado en torno a las amenazas, yo estudiaba en la UTE y en el pueblo se corría el rumor de que los Patria y Libertad y otros grupos de derecha le habían tirado su hijo Leopoldo al mar.
Nuestros padres contaban que desde pequeño Adolfo se conmovía con el padecer de la gente pobre y uno de los primeros problemas que tuvieron con él fue el de la pérdida de los zapatos, los regalaba y llegaba descalzo a la casa.
Para Adolfo, la posibilidad de un Gobierno del pueblo significó comprometerse con la campaña electoral de la Unidad Popular, trabajó en ello y luego defendió la Conquista Popular alcanzada, así definía su participación. Cuando surgió un grave problema con las personas que vivían a la orilla del Río Copiapó y estando él trabajando en asuntos sociales o en contacto con los curas de la Iglesia Catedral de Copiapó, se fue a vivir con ellos a unos terrenos que habían sido de uso agrícola y que en esos momentos estaban abandonados. Allí pudieron aliviar sus dolencias bronquiales y de tuberculosis, producto del hacinamiento, la mala alimentación y las condiciones inhumanas propias de la gente que vive por pobreza a orillas de los ríos.
Esa actitud de él, fue algo que nuestro padre nunca entendió y siempre le decía que mejor hubiese sido cura.
La participación y liderazgo que Adolfo desarrolló en el campamento de los sin casa fue notable y en ese periodo se hizo militante del MIR. Fue el periodo en que la derecha desató una ofensiva violenta en contra del gobierno popular, de la población que defendía su gobierno y en contra de todos los que fueran partidarios o defensores del proyecto socialista que se desarrollaba en Chile.

El 11 de septiembre, el día del Golpe de Estado, pensé en primer lugar en él y en lo que le pasaría, porque tiempo atrás los Patria y Libertad habían pintado un rayado frente a nuestra casa paterna que decía: YACARTA VÁ.
Recuerdo que Adolfo me dijo que seguramente estaban amenazando con una matanza o una Noche de los Cuchillos Largos, como fue llamada la matanza de Yakarta y que había que estar atentos porque los poderosos cuando ven en peligro sus riquezas cometen grandes crímenes y en el momento que la derecha y el imperialismo norteamericano dieran el golpe en nuestro país, él entraría en la clandestinidad. Por eso el 11 pensé en él y en esa noche de los cuchillos largos, me invadió el miedo y la certeza de que el momento había llegado y de acuerdo a lo que él me había explicado, venía una gran noche para Chile, se retrocedía en cincuenta años de lucha y se sufriría un exterminio masivo.

Por medio de un Bando Militar, transmitido por las radioemisoras de la ciudad, Adolfo fue llamado a entregarse. Allanaban nuestras casas en Copiapó y Caldera, finalmente lo encontraron y se lo llevaron al Regimiento Atacama, luego a la Cárcel Pública de Copiapó.

Gabriela, nuestra hermana mayor, lo visitó a la cárcel y vio las huellas de la tortura en su cuerpo, estaba con otros presos políticos esperando la condena. Adolfo pidió una vez más que cuidáramos a nuestra madre, que nos cuidáramos nosotras y le pidió a Gaby que en la próxima visita le llevara una cazuela de ave. El 17 de octubre, día de la próxima visita, desde temprano ella se preocupó de cocinar la cazuela de ave que Adolfo esperaba, ordenó la sabrosa vianda para salir lo más temprano posible y estar con él todo el tiempo de la visita. Abrió la puerta de salida de la casa y allí se encontró con su marido que venía con el periódico del pueblo en la mano, quiso hablar con ella y no pudo porque Gaby estaba muy apurada en su afán de llegar temprano, entonces Eugenio la detuvo para decirle que ya no se podía llevarle comida a Adolfo, que ya era demasiado tarde, que mirara la prensa. Gaby leyó los titulares que decían, “Fuga frustrada de reos” y luego en el párrafo final, “En vista de esta situación procedieron a disparar contra los fugitivos, hiriendo a trece de ellos, que fallecieron en el lugar. Los afectados resultaron ser: Fernando Carvajal González, Manuel Cortazar Hernández, Winston Cabello Bravo, Agapito Carvajal González, Alfonso Gamboa Farías, Raúl del C. Guardia Olivares, Raúl Leopoldo Larravide López, Ricardo Mansilla Hess, Adolfo Palleras Norambuena,…” y gritó, lloró, corrió y corrió al regimiento, a exigir justicia y que le entregaran el cadáver de su hermano más cercano y de nuestro hermano, único hombre entre seis mujeres, el ejército respondió que no se podía, porque los cuerpos de los enemigos de la patria eran baluartes de guerra.

Angélica Palleras

Saturday, November 26, 2005

Un día especial

Me parece que lo especial de este día será haber logrado armar mi blogger.
Varias veces lo intenté sin llegar a buen término, pero en este momento lo he logrado y me siento feliz. Me parece que es una puerta abierta a un mundo donde hay tantas personas, personas con las cuales compartiré asuntos de mi vida, de mi región, de mi poblado o de nuestro planeta, esta casa grande donde estamos todos los que usamos esta extraña magia llamada internet.
Todos los día tienen algo especial, malo o bueno, lo de este día para mi es tener mi blogger.

Los saluda a todos ustedes

Angélica Palleras
Chile
América del Sur