Entrevista de Chantal
Castiglione, cientista política, a Angélica Palleras, hermana de
Adolfo Palleras Norambuena, prisionero político asesinado en dictadura, octubre de 1973, por la Caravana de la Muerte.
Ch. C.: ¿Qué carácter tenía Adolfo? Y sus actitudes?
Resp.:Adolfo tenía un muy bonito carácter, amistoso y alegre. Era una
persona social y sensible. Nació un 18 de noviembre de 1946 en Santiago de
Chile, en un barrio central y cursó su enseñanza básica en el Colegio Don Bosco
de La Alameda con Cumming y la secundaria en un Liceo Fiscal. Desde muy pequeño
manifestó su caridad con los niños más pobres que no tenían zapatos o que
andaban descalzos, a quienes les regalaba los suyos y más tarde, cuando tenía
doce años, su mayor actitud fue relacionarse con niños que vivían en
poblaciones callampas y conventillos, con los que nunca discriminó e hizo de
ellos sus mejores amigos y lo que a su vez desarrolló en él la conciencia de lo
que significa una vivienda digna, buscando desde ese momento de su vida la
forma de solucionar el problema de los sin casa. En su vida familiar y con sus
amigos siempre manifestó su carácter alegre, cantaba, bailaba, reía y le
gustaba la vida entretenida.
Ch. C.: ¿Me lo puedes describir también físicamente?
Resp,: Era de estatura mediana y peso normal, cabello claro y rizado,
blanco de ojos pardos y barba rojiza. Vestía formalmente de pantalón oscuro,
camisa sin corbata, chaleco de lana, chaqueta de tela, abrigo y bufanda en el invierno.
Ch. C.: ¿Compartías algo con Adolfo?
Resp.: Desde muy pequeña compartí cosas en mi vida con Adolfo, lo primero
que recuerdo es el baile, cuando los de su edad, entre doce y trece años,
ensayaban el rock and roll amarrando una cuerda en la manilla de la puerta, así
bailaban con la cuerda y giraban dando los pasos del rock, mi hermano ensayaba
conmigo y durante mis cinco y seis años bailé con él y luego fue mi compañero
de baile por siempre, en el rock de los 60 y los 70, The Turtlus, The Beatles, Jimi Hendrix Pink
Floyd y toda esa música que pertenecía a una época en que se hablaba y se
producían cambios políticos y sociales en el mundo. Compartí y aprendí de él
que había en el mundo una revolución universal de liberación de los esquemas
establecidos de opresión y que en todo el mundo se estaba soñando y luchando
por un mundo mejor. Compartí con él nuestra familia, el rock, los sueños y la
actividad política posterior.
Ch. C.: ¿Me puedes hablar de su compromiso politico y de su militancia en
el MIR?
Resp.: Adolfo fue muy apegado a nuestra madre, él era el único hijo hombre
de los siete hermanos que fuimos y también fue muy consecuente a la historia de
vida de nuestra madre, ella era hija de un hombre desheredado y lanzado a la
calle por haberse enamorado y casado con una hija de peón, en los campos del
sur de Chile. Cuando nuestro abuelo falleció ella emigró a la capital y allí conoció
a nuestro padre que era un joven trabajador de la naciente radiotelefonía chilena, hijo de un emigrante de Palma de
Mallorca, siendo la casa donde nació y nuestra familia la primera fuente de
formación social y moral que obtuvo Adolfo, incluyendo la presencia de dos tías
abuelas, obreras sindicalistas de la industria del calzado, luego, su formación
educativa en el Colegio Don Bosco y la opción por los pobres de esa
Congregación de Salesianos, lo que más tarde, en la época de las utopías, el
mayo de Francia del 68, la guerra de Vietnam, el rock y la liberación de los
pueblos en América Latina lo llevaron a estar en contacto con los curas obreros,
cuando nuestra familia emigró al norte de Chile, Copiapó, Tercera Región.
Estando en Copiapó y trabajando junto a nuestro padre en el comercio, quien
se dedicó a los negocios durante los años cincuenta, cuando dejó la radio y quien
en ese momento había obligado a Adolfo a trabajar en negocios por haber tenido
un hijo y haberse transformado en un padre soltero, fue cuando llegó hasta el
río, donde estaban unas familias pobres sin casa que vivían a orillas del agua,
en la humedad y el frío, con niños enfermos y ancianos con tuberculosis, se
acercó a ayudar a través de los curas obreros
que él conocía y allí llegaron los estudiantes revolucionarios del MIR,
se contactaron y junto a ellos organizaron la toma de un terreno baldío donde
podían estar mejor esas familias. Adolfo comenzó su militancia política cuando
su entendimiento le hizo ver que los pobres de Chile tenían una oportunidad
única de lograr la liberación de la pobreza, él era consciente de la realidad
política y a sus veintitrés años tomó posición clara y decidida en lo que para
él era “la senda del Che Guevara”, luchar en contra de la histórica desigualdad
social y explotación de los trabajadores y la liberación del yugo del
imperialismo yanqui en América Latina. Luego de la toma de ese terreno baldío
en la ciudad de Copiapó, se formó el Campamento de Pobladores sin Casa Arnoldo
Ríos, el que se constituyó en su obra de
vida, su desafío y su sueño. Se convirtió en el
Jefe de Campamento y junto a los dirigentes regionales del MIR formó el
Movimiento de Pobladores Revolucionarios. Trabajó junto a Dagoberto Cortés, un
gran dirigente que cayó abatido por la CNI en 1982.
En el Campamento de Pobladores Adolfo desarrolló un gran trabajo social
orgánico y junto a muchos pobladores, trabajadores y estudiantes trazaron
calles, hicieron baños de emergencia o casetas sanitarias, instalaron sistemas
de agua y luz, se crearon espacios de cultura y educación, área de salud, de
asistencia social y se levantó con fuerza una propuesta de lucha que se expandió
a los demás sectores poblacionales o poblaciones populares de la ciudad, luego
el movimiento se expandió a otras ciudades de la región, quedando Adolfo como
Jefe o Secretario Regional del Movimiento de Pobladores Revolucionarios MPR y
vocero regional del MIR. Su experiencia de vida, su conciencia de clase, su
compromiso y trabajo de comerciante que lo llevó a suministrar mercaderías
traídas desde la capital a todos los almacenes de barrio de Copiapó, lo hizo
tener un vínculo con su gente, con los suyos o sus iguales en la vida, a los
que volvió convertido en un dirigente revolucionario que llamaba a organizarse
para enfrentar al fascismo que trabajaba día a día para derrocar al Gobierno de
la Unidad Popular. Su figura se destacó en el mundo de los pobladores y sus
territorios, donde él llegaba con la elocuencia de la palabra, la dirección del
objetivo, la mística revolucionaria y su gran carisma. A parte de organizar a
los pobladores por sus derechos, participaba en las marchas, manifestaciones
públicas, actos y asambleas con una facilidad de lenguaje y contenido que lo
hacía ser muy querido y escuchado. Logró el brillo de la esperanza y la
admiración de niños y jóvenes que lo esperaban y lo seguían en el campamento y
en las poblaciones; trabajó con las Juntas Vecinales y parroquias con los curas
obreros, además, junto a Edwin Mancilla, el Secretario General del MIR en la
Región tenían un programa en la Radio Atacama, donde todos los petitorios estaban
presentes y por sobre todo, la defensa de lo logrado y la fuerza para seguir
adelante creando poder popular. Desde niño se manifestó en él su sensibilidad
social y compromiso con una causa que lo llevó a ser líder y dirigente
revolucionario de los sin techo, lucha que él sabía lo llevaría a la muerte,
pero estaba dispuesto a todo y lo decía con gran convicción…Patria o Muerte,
Venceremos. Luego del Golpe, cuando las fuerzas represivas lo buscaban y andaba
con su esposa clandestinamente en casas que los escondían y vivieron los
mejores momentos de amor y unión de pareja, ella cuenta que Adolfo le dijo: Voy
a morir igual que el Che. Y murió peor, a sus asesinos no les tembló la mano
para darle un tiro mirándolo a los ojos, a él lo destrozaron con cortes de
corvos y cuchillos, bayonetas y sopletes que quemaron sus ojos y su hermosa
mirada.
Ch. C.: ¿Además de su militancia política que le gustaba hacer en el tiempo
libre?
Resp.: Cantar, tenía una guitarra y en el campamento junto a su gente
cantaba temas de Víctor Jara, Ángel Parra y Patricio Manns, a veces cantábamos
en dúo. También leía mucho, cocinaba, bailaba y compartía con amigos.
Ch.C.: ¿Tienes anécdodas que me puedes relatar?
Res.: Cuando pequeña yo le tenía temor a los mapuches porque un tío español
decía que eran ladrones, borrachos y flojos, entonces Adolfo me llevó a la
Quinta Normal de Santiago donde llegaban muchas familias mapuches a descansar
en los jardines, me presentó como su hermana pequeña, me senté a comer con
ellos y jugué mucho con los niños de mi edad. Una mamá me preguntó qué me
gustaba de los mapuches y le dije que los copihues, pero no los conocía.
Entonces a la semana siguiente de nuevo me llevó al parque de la Quinta y esa
mamá me entregó un regalo que me había traído desde sus tierras, unos copihues
bellísimos, fue mi única vez que tuve esa flor en mis manos y nunca olvidé lo
hermoso de los mapuches y el copihue.
Jaime Palleras trabajando en el control de la Radio Nuevo Mundo en Santiago, años 40.
Adolfo Palleras con su papá, Jaime Palleras. Año 1966
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